viernes, 14 de octubre de 2011

TEATRO Argentina marca presencia en el Fidae Fiesta. De la vecina orilla llegaron dos obras jugosas: "Mi vida después" y "Estado de ira" ¿Te inMVDEO

Argentina marca presencia en el Fidae
Fiesta. De la vecina orilla llegaron dos obras jugosas: "Mi vida después" y "Estado de ira"

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CARLOS REYES

Argentina viene demostrando su proverbial capacidad para ofrecer teatro de primer nivel en esta segunda edición del Festival Internacional de Artes Escénicas (Fidae). Y eso que todavía no se ha visto "El box", del talentoso Ricardo Bartis.

Cuando empezaron a correr comentarios sobre una obra argentina (Mi vida después) en la que los intérpretes hablaban sobre sus propias biografías para contar la historia de un guerrillero asesinado, un oficial de inteligencia que se apropió de un niño recién nacido, y otros aspectos del peor pasado reciente, se temió que se tratara de golpes bajos, alejados del teatro del bueno.

Sin embargo, cuando en la Sala Zavala Muniz se vio lo que la directora Lola Arias hizo junto a su media docena de actores, aquellos miedos quedaron disipados. Porque el espectáculo no apela a la compasión, sino que expone con testimonios de época, pero desde una frescura actual, los casos de seis biografías totalmente distintas, y hasta opuestas.


Cartas viejas, fotos de la infancia, grabaciones de los años de exilio, ropa usada, todo suma para recuperar recuerdos más claros o más borrosos: cada actor (Blas Arrese Igor, Liza Casullo, Carla Crespo, Vanina Falco, Pablo Lugones, Mariano Speratti y Moreno Speratti da Cunha) va tras los pasos de su o sus padres, y a través de ellos, de una Argentina que no recuerda más que desde la mirada infantil.

Formalmente la obra hace mucho para no caer ni en efectismos ni en el melodrama. Música en vivo, mucho trabajo corporal, mucho juego con objetos que quitan dramatismo al espectáculo. Y justamente al perder dramatismo, lo que este grupo de artistas busca expresar queda claramente comunicado, incluso sumando eficaces toques de humor.

Estado de ira, desde el escenario mayor de El Galpón, ofreció otro tema, aunque también brindado con interesantes novedades formales, y con gran dinamismo escénico. En ese sentido, ambas obras tienen un ritmo en las acciones (y una capacidad para crear y arriesgar en escena) que es más que bienvenido para los escenarios montevideanos.

La sala César Campodónico, de El Galpón se llenó de muebles y objetos. Allí se armó un trabajo que con texto y dirección de Ciro Zorzoli propone un juego muy inteligente. Un grupo de empleados (públicos) se dedica a instruir actores. Un día tienen que preparar a una actriz legendaria, para que en una sola jornada de ensayo pueda manejarse en el rol de Hedda Gabler, de la obra homónima de Ibsen.

Durante una hora y media, todo lo que ocurre en escena es una gran locura, hecho que no impide que de alguna manera el texto de Ibsen también sea representado: así, el espectáculo es como un drama a la antigua, al que se suman continuos juegos de teatro en el teatro y muchas situaciones de humor.

Esta notable idea, desarrollada por medio de un gran texto, permitió el lucimiento de un excelente elenco. Zorzoli logró una comunicación brutal con la enorme platea. Las risas no pararon, mientras evolucionaba el drama ibseniano, y con él una reflexión (y también una parodia) sobre las convenciones teatrales.

Mañana se verá en el Centro Cultural Florencio Sánchez Viejos, de Sergio Mercurio, y el lunes El box, de Ricardo Bartis, quien en la primera edición de este festival ofreció el exquisito espectáculo La pesca.

El País Digital
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