pera prima
Daniel Hendler, el director
El jueves llegará Norberto apenas tarde, con el actor uruguayo detrás de cámaras
Por María Fernanda Mugica | Para LA NACION
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La cara de Daniel Hendler es una de las más conocidas del cine actual en ambas orillas del Río de la Plata. Pero no esperen verla en Norberto apenas tarde , película que tiene al actor uruguayo en el exclusivo papel de director y que llegará a los cines el jueves próximo (el film ya tuvo un estreno limitado en un cine porteño, porque la parte local de la coproducción debía cumplir con los plazos del Incaa y no habían conseguido salas para hacer el estreno como querían).
"Como director me gusta manipular, en el buen sentido de la palabra, al actor, y como actor me gusta que me manipulen. No podría hacer ese juego yo mismo." Así explica Hendler, en una charla con La Nacion por qué decidió no actuar en su primer largometraje, a pesar de contar con una extensa trayectoria actoral que incluye películas como las uruguayas 25 Watts y Whisky , y las argentinas El fondo del mar , El abrazo partido , Derecho de familia , Los paranoicos , Fase 7 y Mi primera boda , entre muchas otras.
Aunque ya había dirigido teatro y cortos, el paso al largometraje tardó en llegar. Pasaron seis años y varias reescrituras de guión desde que empezó a soñar con el proyecto que se convertiría en Norberto apenas tarde , la historia de un hombre ya no tan joven que, tras ser despedido de su trabajo, descubre un escape de su monótona vida y la posibilidad de una vocación en un taller de teatro. Fue la fuerza de su propio material la que terminó de lanzar al actor hacia la dirección. "Fantaseaba con dirigir, pero me animé cuando no me quedó otra", confiesa.
La ópera prima de Hendler, una coproducción uruguayo-argentina, filmada en Montevideo y premiada en el Festival de San Sebastián y en el Bafici, tiene un tono particular, combinación de humor sutil con cierta melancolía, emparentado con su propio estilo actoral. "Hay algo de un humor más latente que expuesto, que tiene que ver más con la mirada. Hay quien ve la película y le parece triste y hay quien se divierte mucho o se ríe. Durante el rodaje, me reía en voz baja. Buscaba profundizar sobre las cuestiones que estaba contando y cuando para mí se lograba esa profundidad, me causaba gracia. Pero intentaba que no se contagiara a los actores ni al equipo porque había un camino que se podía romper si había conciencia sobre esa mirada con humor."
El cuidadoso trabajo sobre el personaje de Norberto, que interpreta Fernando Amarral, fue crucial para mantener ese tono. "Si se volcaba para el lado del patetismo, la propuesta se volvía superficial. Aun corriendo el riesgo de que haya gente que se sienta más incómoda viendo algo que no le define tan claramente cómo tiene que leerlo y que abre una lectura múltiple."
Antes de comenzar el rodaje, el actor sintió cierto temor al encarar su nuevo papel detrás de las cámaras. "Temía no sentirme cómodo y tener que actuar el rol de director -explica-. Pero en el momento en que empezó a correr la cámara, en la primera toma de la película, me olvidé por completo de eso. Me sorprendió porque lo disfruté incluso más que lo que disfruto actuando."
Entre las cosas que confiesa que más le gustaron de esta experiencia se encuentran el poder ir buscando el mejor camino para la película y la posibilidad de reflexionar sobre el proceso creativo. "Cuando el director se agarra la cabeza se entiende que está pensando; en cambio, cuando lo hace un actor es un hincha pelotas", comenta, riéndose.
Sus trabajos con Damián Szifrón, Daniel Burman y Ariel Winograd, entre otros, fueron una especie de escuela de cine, en la que se preparó para ocupar la silla de director. "Como actor aprendí mucho no sólo de los directores sino también de los foquistas, o de los continuistas, porque la técnica del cine se limita a unas reglas básicas y luego se ve nutrida por el oficio que te dan los metros de celuloide o los minutos de video."
Además de su propia experiencia, el actor contó con el apoyo y consejo de su esposa, la directora y actriz Ana Katz ( Los Marziano ), quien lo dirigió en Una novia errante . "El punto de vista de mi mujer, y de mi mujer como cineasta lo tengo muy presente. Hubo lecturas de guión en las que sus aportes fueron fundamentales. Después en la etapa del rodaje fue un apoyo más afectivo, estuvo con la nena, me iba a visitar e hizo un poco de making of ", cuenta el director, con una sonrisa.
El saldo final de la experiencia detrás de la cámara fue positivo para Hendler, quien ya está pensando en volver a escribir y dirigir. Y, según da a entender, en su segundo film tampoco lo veremos frente a la cámara..
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